Primera Noche de Hospital

Al parecer, he alcanzado la madurez para poder tener la responsabilidad de quedarme a pasar una típica mala noche de hospital cuidando a un enfermo.
Ya tenía todo listo para cuando me aburriera, para cuando me diera hambre y para cuando tuviera frío. Yo ya estaba concienciada y tenía asumido y asimilado que tendría que dar algún que otro cabezado en el mullido sillón del hospital ¡PERO! Resulta que tengo un marido estupendo, maravilloso y que por suerte me quiere a más no poder, para soportar una noche entera sin poder descansar.

Las visitas en el hospital acaban a las 22:00 y él se quedó hasta que lo echaran, a mi lado, pero resultó ser que nadie vino y hemos pasado la noche juntos, hablando y echando alguna que otra cabezada, cuando la mujer de al lado no nos despertaba con crueldad, con unos ronquidos de lo más desagradables. Aquello daba miedo.

Al final dormimos él una hora y yo dos, pero teníamos la cuenta de los minutos que pasaban para poder marcharnos y descansar. Por suerte, a las 07:00 vinieron las enfermeras y todos despertaron, el sustituto que nos reemplazó llegó 30 minutos después y pudimos marcharnos para descansar.

Especiales agradecimientos a mi esposo, que siempre me sorprende con pruebas de amor, porque perfectamente y como alguien educado, a la hora de queda se hubiera marchado y me hubiera venido a recoger a otra mañana, pero estaba preocupado de que yo pasara una mala noche sola, de no querer regresar a casa solo y porque me quiere mucho mucho mucho.