Decimos que los niños son como esponjas porque van
recogiendo y guardando toda la información que llega a sus oídos y a sus ojos.
Otros dirán que son como loros y que “ay, que ver” no se puede decir nada
delante de ellos porque todo se les pega.
Sé, por muchos que, llevan extremo, a veces, cuidado a la
hora de hablar delante de estas pequeñas criaturas, pero en el día a día las
defensas se nos bajan y al final acabamos hablando más de lo que deberíamos y
es cuando llegamos a la adultez que nos damos cuenta de que, algunas de las
frases que ya escuchamos de pequeños, las repetimos a una mayor edad.