Querida
Lusy:
Esta es la carta más difícil que he escrito hasta ahora.
Bien sé que no lo recuerdas, pero el único beneficio de
la depresión de mi madre fuiste tú.
Teóricamente, naciste aprox. el 14 de enero, porque
cuando llegaste a mi familia nos dijeron que ya tenías un mes y eso fue el 14
de febrero del 2006. No pude conocerte en fecha más idónea.
Recién te habían destetado y tuvimos que enseñarte a
comer y nosotros aprendimos que la leche con lactosa no la tolerabas.
Cabías en mi mano, tenias unos preciosos ojos negros,
llenos de vida que se fueron transformando en verdes a medida que fuiste
creciendo. Eras toda pelo y con culito dueño de muchos chistes y gracia,
porque parecía graciosamente desproporcionado al resto de tu cuerpo. Cuántas
risas nos tuviste que soportar… Te quisimos, nos hiciste reír. Buscabas nuestro
cariñ o y tuvimos que regañarte en más de una ocasión por no saber dejar el
juego a tiempo.
Al año, yo me casé y quise que te vinieses conmigo.
Conociste a tu nuevo papá e incluso creo que llegaste a quererlo más que a mí.
Eso a veces me despertaba unos tímidos celos, porque yo te tuve antes, pero a
medida que nos fuimos conociendo mejor, me demostrabas tu especial cariñ o para
conmigo, como descargabas tu furia solo en mi y como me buscabas en los días
más fríos para que te acurrucase en mis brazos y darte calor. Cuando te sentías
sola o querías que te prestásemos atención.
Fuimos una familia maravillosa, demasiado unida, con
demasiados recuerdos y fotografías, ni siquiera eras la mascota, era tal
nuestro amor hacia ti que no había distinción entre persona y animal. En tus
maullidos yo escuchaba "mamá" e "hijica mia" te decíamos
nosotros. En muchos momentos de explosión eufórica, gritábamos lo bonita que
eras mientras te acariciábamos y tu nos devolvías el afecto con una cariñosa
forma de retorcerte mientras te ponías boca arriba para que acariciásemos y
besásemos tu blanca pancita mientras tú ronroneabas.
Al cabo de 5 años de vida, las circunstancias nos obligaron
a mudarnos de ciudad y de provincia y no te pensábamos dejar atrás. Tuviste
pena y tristeza porque por causas egoístas e incoherentes que escapan a tu
entendimiento, tuviste que pasar cerca de dos meses sola gran parte del
dia en una casa fría y totalmente solitaria, pero pronto estuvimos juntos otra
vez y dándote más cariñ o que nunca para compensar el tiempo que estuviste sola.
Probablemente fuiste la gata más cariñosa y agradecida
que haya existido jamás. La más mimada y consentida. Siempre se podía sentir a
tu alrededor el amor que todos sentíamos hacia ti. La llegada a casa siempre
era alegría. Entrábamos por la puerta y antes que cualquier cosa íbamos a
buscarte. “¿Dónde estará Lusy?” Nos decíamos entre risitas. Tu estupendo pelaje
te camuflaba siempre, hasta que sentíamos unos ojos vibrantes que nos
observaban y entonces íbamos para saludarte y besarte y respondías siempre con algún maullido a modo de agradecimiento.
Este año es probablemente el más oscuro de nuestras
vidas. Algunos sucesos ya nos tenían tristes, pero entonces te enfermaste mi pequeñita. Nuestros cariños no ocasionaron el milagro
que deberieron de sucederse una y otra vez en nuestros sueños. Intentamos por
todos los medios ser los mejores doctores para aliviar tu posible dolor. Algo en
ti había cambiado…
Tu eras una gatita que quizás tenía un poco de más peso
de lo normal, pero eras tan bonita, tan rechonchita… preciosa. Supongo que es
el mismo sentimiento que pudiera tener un millonario, cuando en su cuenta de
ahorros no pueden haber más cifras y ese gran número no puede salvar la vida de
la persona que más quiere ¿De qué sirve tanto dinero? Estábamos dispuestos a
curarte sea cual fuera el precio, pero… mi querida Lusy. Mi más preciado
tesoro, vidica de mi corazón… no pudiste esperarme. Tuviste que irte…
Había algo en tu mirada… ¿Sábes? Tu mirada había
cambiado, no brillaba tanto. Nos mirabas con fijeza y dolor. Lo sentía cada vez
que te me quedabas mirando. Yo creía que estabas mejorando con el tratamiento.
Me seguías a todas partes de la casa, como hacías antes. Supongo que lo
interpreté como no debía. Puede que me estuvieras siguiendo porque querías que
te abrazase. Querías sentir mi calor y yo te felicitaba porque por fin decidías
moverte un poco más.
Querida mía. Nunca jamás encontraré a otra gatita tan
mimosa, cariñosa y especial como tú. Nunca nos ocasionaste problemas, siempre
fuiste obediente. Siempre fuiste fiel y permaneciste a nuestro lado. Siempre
serás el recuerdo y dolor en nuestro corazón. Nuestro sonreír y nuestro deseo
de girar la cabeza y volver a verte entrar por la puerta, con esa característica
manchita color café bajo la nariz.
Me arrepiento totalmente de no haberme podido despedir de tí como quisiera, pero es probable que entonces no hubieran podido separarme jamás de tu cuerpo sin vida.
Te dejamos temprano en la mañana con el veterinario para que pudiera restablecerte, pero a las pocas horas me llamó con trágicas noticias y ya no pude hacer nada. Cuando fuímos a la clínica, ni siquiera te tenía presente. No pude verte por ningún medio posible. Pero como ya te digo, si te hubiera visto no me hubieran podido separar de tí. Y entonces supongo que mi último recuerdo hubiera sido mucho más amargo al pensar que entre mis brazos te tuve por última vez sin vida. Y yo ahora creo que prefiero recordarte con tu gran viveza y ronroneo junto a mi pecho. El cielo también lloraba ese día por tu pérdida.
Sé que nunca más te sostendré entre mis brazos.
Sé que nunca más volveré a saludarte al llegar a casa y tú
a recibirme.
Sé que si mañana volvieras a nacer y te deparasen el
mismo final, volvería a cogerte sin pensarlo ni un segundo e intentaría por
todos los medios de cambiar tu destino. Volverías a ser mía. Volverías a ser
parte de esta familia sin ninguna duda.
Te quiero tanto todavía y es tan grande todavía tu
recuerdo en nosotros que aún nos miramos y lloramos.
Si en estos momentos mientras me despido de ti lloro,
tienes que saber que es sobretodo de alegría, porque he tenido el privilegio de
tenerte a mi lado, de que me hicieras feliz durante 6 años. Años que ahora se me hacen tan cortos...
Gracias Lusy por llenar mi vida de alegrías.
Gracias por dejarte querer.
Gracias doy a Dios porque tu muerte fue adormeciéndote. Tú
sola te dormiste y no sufriste.
Gracias amor mío. Que nunca serás sustituida.
Te quiero y te querré por todos los años que me quede de
vida. Y lloraré un poquito más por ti hasta
que tu recuerdo deje de causarme la pena de no volverte a ver más.
Los 20 de Octubre siguientes, Ya no serán más, una fecha cualquiera en mi calendario.