Si hay algo que a todos
nos maravilla de Dios es el modo en el que tiende a coger un día ordinario y
cualquiera y transformarlo, darle la vuelta. Hacerte pensar “pero si yo hoy
solo tenía planes de estar en casa y descansar” O quizás “me estaba lavando los
dientes, como siempre, cuando me ha sobrevenido esto. No me lo esperaba” Bien
el día se convierte de repente en una gran bendición, bien se convierte en lo
que aparentemente parece un grave problema que te deja en estado de shock. Dios viene como un fuerte
torrente que derriba todo lo que tú creías tener controlado.