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12 jun 2022

La Escuela del Espíritu Santo: Profunda tristeza que no abandona

 


Cuando has pasado por una etapa sumamente difícil, tal como un duelo u otras circunstancias y pasan los días y las semanas y te vas encontrando mejor, pero hay una tristeza profunda y perenne que empaña tus días, te das cuenta de que ya no consigues sonreír como antes, aunque no estés ya llorando, si quiera, por los rincones, como al principio.

Sí una de las cosas que has abandonado, es tu lectura diaria o tu entera comunión con el Padre... bienvenida/o.

7 jun 2022

Cuando tu embarazo se detiene, ¿dónde está Dios?

  


 Pasan los años sin descanso, cosas buenas y malas pueden ocurrir en un matrimonio enamorado por 15 años. Bancarrotas, mudanzas, enfermedades, peleas,  diferentes trabajos...

Pero había llegado el momento de saltar a otro capítulo de nuestro matrimonio y había llegado en lo que parecía ser el mejor momento, el perfecto, el que Dios había preparado para nosotros para ser bendecidos con un bebé. Todo encajaba perfectamente, los últimos acontecimientos y los que lo rodeaban habían sido puestos de manera muy bien calculada.

Todo sucede en el segundo en el que miras al test de embarazo después de una falta de 8 días y después de un fuerte autoconvencimiento de que ''es imposible que esté embarazada. Yo me encuentro muy bien. Dios mío... tengo que tener alguna anomalía, como la de mi madre. Tengo que hablar con la médica y comentárselo, pero primero es hacerme un test de embarazo, porque sé que me lo va a pedir''.

Ahí estaban, las dos rayitas en un rosado palito industrial. Con una mano sujetando el test, con la otra sujetándome el vientre, como si este se fuese a derrumbar en cualquier momento. Habíamos creado vida sin saberlo, sin haberlo buscado, después de que, una semana antes, me anunciaran que me hacían un contrato indefinido en la empresa donde llevaba trabajando 3 años. Efectivamente, todo parecía ser ''el tiempo de Dios'' para un embarazo. Las piezas encajaban en su totalidad.

No sabíamos si reír o estar serios ante la magnitud de la situación que nos sobrepasaba. La visión del test en positivo estaban todavía flotando en el aire sin saber por dónde entrar en nuestras cabezas y cuando comenzaron a penetrarnos con lentitud, fueron dejando a su paso un reguero de grandes temblores en nuestro cuerpo haciéndonos incapaces de sujetar una simple caja de infusiones para averiguar si una embarazada podía tomarlas.

Con ello, llegaron las prisas por lo más urgente a las 8 de la noche del primer domingo de Abril de 2022. ''¿Qué voy a comer ahora? ¿Qué puedo cenar? ¿Y mañana para el desayuno? ¡El otro día me tomé un ibuprofeno y se supone que no podía hacerlo!''

Mi marido solo sabía ampararme entre sus brazos para traer paz. Cualquier ocasión de mi ahogo era bueno para él para un abrazo relajante. Su actitud cambió radicalmente. Su atención estaba centrada en la vida que se estaba creando dentro de mi vientre. Su mirada, sus palabras, sus pensamientos... Su ternura me derretía.

Todo era una vorágine de alegría que no sabíamos por donde coger, pero que antes de que pudiésemos sujetarla fuertemente, ella nos había cogido a nosotros y ya no existía más un dos, sino un dubitativo tres. Ya no había más un presente, todo se convirtió en un futuro revolucionado de pequeñas risas, sueños, deseos, anhelos, mariposas en el estómago. Nunca imaginé que podría existir otro nivel de felicidad que no había alcanzado, todavía, a mis 36 años de edad en esta tierra.

Los despertares eran caricias en el vientre, los momentos en la cocina mientras se preparaba algún plato eran para aprovechar para darle besitos. Las tardes libres de trabajo se convirtieron en horas de planificación de lo que haríamos con nuestro bebé una vez lo tuviéramos entre nosotros. Todo eran risas anticipadas, los labios siempre bien estirados, siempre deseando que por la calle nos preguntasen para dar la tan ansiosa noticia.

El pecho comenzó a crecerme, la barriguita se apretaba contra la goma de mis pantalones del trabajo hasta tener que comprarme una talla más para evitar aquella incomodidad. Cualquier excusa era buena para sacar el teléfono móvil y echarme una foto de perfil.

La primera hija en tener hijos, el primer nieto, el primer sobrino en mi familia. Todo eran festejos, deseos por empezar a comprar, por mirar ropita por todos sitios...

Se respiraba amor por todos los rincones del hogar, todo el día colgaba mi mano en mi vientre acariciando, bendiciéndolo, soñándolo, pensando nombres, amándolo desde el primer instante en que supimos que vida estábamos creando.

Rebuscar en el armario camisas ajustadas para enseñar la minúscula barriga que me había salido era un hábito cada vez que quería salir a la calle.

Esperaba siempre, con impaciencia, que mi marido se arrodillase para besar mi barriguita, para acariciarla, para hablar en ella... recuerdos grabados a fuego que siempre estarán ahí para ese primer embarazo.

Llegó el momento de la primera y tan esperadísima ecografía y con ella, la perdición de todos los sentidos en tan solo tres palabras. ''No tiene latido'' Ahí estaba, venía uno y estaba muy quietecito. Mi mirada no podía posarse en los ojos pesarosos de la ginecóloga, solo podía mirar al bebé que, dentro de mí, se reflejaba en la pantalla.

A partir de ahí, y como al principio, las palabras flotaban a nuestro alrededor sin poder hacerse hueco en nuestras cabezas, pero ¡cómo iban a poder entrar cuando dentro de nuestras mentes todo era pura y exaltada felicidad! ¡No había espacio para nada más, mucho menos para tan desastrosa noticia!

Yo dejé de existir en ese preciso instante mientras la ginecóloga nos indicaba dos medios para poder abortar. ''¿Abortar?'' Aquella mujer tan bien arreglada me miraba con ojos comprensivos y me decía: ''Hay que sacarlo''

Nunca nos dijeron que aquella posibilidad existía, mi único pensamiento era que podrían ingresarme y hacerme algo a mí o al bebé para poder continuar con mi exponenciada felicidad, pero todo lo que aquella mujer sabía decirme era que, ''había que sacarlo de dentro de mí'' ¿Por qué nunca me dieron esa posibilidad cuando todos empezaron a felicitarnos? ¿Por qué me hicieron pensar que todo iría en una sola dirección y que pronto lo tendríamos, este Otoño concretamente, en nuestros brazos? ¿Por qué solo sabemos decir las cosas buenas y nadie se atrevió a darle la vuelta a la moneda para mostrarnos la cruda realidad? No hacía falta ser grosero o rudo, pero alguien podría habernos dicho que en un embarazo, las cosas pueden salir bien y pueden salir mal, también.

El aborto, por lo tanto, la presencia de que el embarazo se nos detuviese en la semana 9, no era algo que formase parte de nuestro vocabulario, ni de nuestras posibilidades. Nunca fue una opción, tampoco.

Mi marido tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para manejar los papeles y hablar con los otros médicos a los que nos hicieron ver ese mismo día porque, una vez que yo comprendí lo que estaba pasando, solo podía hacer dos cosas: Llorar con una fuerza que me impedía hablar, y pensar, con el último resquicio de fuerza que el llanto no me había robado, que Dios había sido muy bueno con nosotros, porque yo estaba segura de que esto, lo había permitido Dios para bien.

Dentro de mí no podía concebir que nuestro hijo se hubiese ido a la Gloria de su Creador hacía 3 semanas atrás, sentía un dolor físico del sentimiento tan abrumador que en ese momento me envolvía. Sin embargo había consuelo en mi corazón, tenía el consuelo y la firme convicción de que aquello había sido para bien.

Mi marido no sabía cómo consolarme y parecía no estar muy seguro de mi llanto. Era como un cascarón vacío que funcionaba y respondía de manera automática. Parecía solo prestar atención a las órdenes que nos daban para ir de un lugar y a otro.

El shock que había recibido era todavía procesado por sus neuronas y parecía ausente.

Cuando ya nos hicieron sentar para esperar antes de entrar, a lo que sería, la última de las oficinas a las que tendríamos que volver a contar lo sucedido, me abrazó e intentó decirme algo, pero sentí que no le salían las palabras, no sabía qué decir para poder consolarme y yo solo quería hacerle saber que, dentro de que parecía estar muriendo por dentro, quería darle la paz que yo sentía y en un momento en el que el llanto me dejó hablar, se lo pude decir.

''Si estoy llorando es por la pena que me causa que no vayamos a cumplir todos nuestros sueños juntos como familia, porque estoy segura que esto ha sucedido para bien.''  (Para saber más leer "La Escuela del Espíritu Santo: Profunda tristeza que no abandona")

No sé si llegué a consolarle o no, pero era lo único que podía decir o pensar, porque era lo único que, en ese momento, yo estaba segura de algo. No sabía el motivo del por qué se había detenido el embarazo, no podía entender por qué era algo tan normal que sucediese, como tantas veces nos habían repetido en todos los lugares médicos a los que hemos ido, y que nunca se nos hubiese dicho nada para tenerlo en cuenta al momento de dar la noticia del buen estado en el que nos encontrábamos. No sabía por qué tenía que sucedernos a nosotros, no sabía muchas cosas y sigo sin saberlas, pero una cosa sé: Esto ha sido obra de Dios. Es lo único que supe en ese instante, es lo único que sé a día de hoy y es el único consuelo que me fortaleció día tras día y que hizo que no me volviese loca de tristeza. Pensar que fuimos cuidados por alguien superior a nosotros que nos ama.

Tras recibir la medicación para abortar en casa, regresamos a un hogar más vacío que cuando lo habíamos abandonado aquella misma mañana y empezamos a dar la noticia a la familia. El telón del final de sus ilusiones se cerró con una llamada telefónica junto con el deseo de que no nos visitasen, porque queríamos pasar el duelo solos, además de que yo tendría que estar medicándome por dos días para ir, poco a poco, expulsando todo lo que dentro mí, por tres meses, se había formado.

Todo parecía al revés... el día a día tenía tintes de crueldad al seguir con su vida normal mientras nosotros moríamos y renunciábamos, sin más opción, a todos nuestros sueños y deseos de una vida con un bebé entre nosotros al llegar la Navidad del 2022.

Medicarme me causó un trauma que no podré olvidar. Las veces que iba al baño y pensar que en cualquier momento, toda mi felicidad se iría por el desagüe... no he vivido nada que me hiciera sentir tan vil y monstruosa.

Las sensaciones de que yo era la que me estaba arrancando a mi bebé dentro de mí, los miedos y el susto a quedarme sola me envolvían noche y día. No podía alejarme de mi marido, él se había convertido en toda mi vida, mi zona de confort. Donde él estuviese, sabía que yo estaría bien.

Él dedicó todo su tiempo a abrazarme, a besar todas mis lágrimas, a recoger todos mis pedazos para volverme a unir con delicado amor. Cargó conmigo día y noche, escuchó todos mis delirios, dudas, miedos, preguntas, anhelos... Creo, muy sinceramente, que abusé del cariño mi marido, me colgué de su mano con absoluta desesperación buscando una escapatoria a mi realidad. Pero Dios le había dado las fuerzas que necesitaba para poder cargar con todo mi dolor y, por consiguiente, no caer conmigo.

Sus lágrimas silenciosas sanaban mi herido corazón, consolarlo yo a él me hacía sentirme útil, escucharlo era como mirar dentro de mi corazón y volverse a romper, desesperadamente, por querer agarrarse a lo que una vez fue y nunca podría ser ya más.

Las visitas al médico para las revisiones eran el terror de regresar al lugar donde habían cogido todos mis sueños y los habían tirado al cubo de la basura. Nunca me dijeron que una persona podía llorar tantísimo. No tenía conciencia de todo lo que podía llorar a lo largo de los días. Los ojos querían salírseme de las cuencas solo para tomar un descanso. La garganta tenía cierta afonía por tal esfuerzo de tantos días llorando con tal intensidad. No la podía ni siquiera controlar, simplemente, subía por el pecho hasta mi garganta y explotaba sin poder remediarlo.

Nada bueno salía, tampoco, de mi mente. Todo eran recuerdos en los que quería seguir habitando. Quería recuperar aquella felicidad a toda costa y el recuerdo me mataba cada segundo en vez de ayudarme. Quería seguir hablando con mi marido de que éramos tres y no despertar en la mañana envuelta en llanto siendo abofeteada por la oscura realidad de que ya no había nada dentro de mí.

Quería volver a sentir el amor y el cariño que mi marido desprendía cuando besaba mi barriguita. Mirarme al espejo se convirtió en un infierno. Sentir que mi abdomen se deshinchaba, era más que suficiente, cada día, para darme cuenta de que todo había acabado.

Quería volver a sonreír sin parar como si tuviera dos grapas en las comisuras de los labios y no dos ojos hinchados que no eran capaces de cerrar el grifo de la pena y la tristeza.

¿Qué haría ahora? ¿Cómo miraría a las personas a la cara y no sentir que los había defraudado a todos? ¿Cómo no pensar que era la responsable de arrancarles a todos la felicidad de tener un nieto/sobrino/hijo? ¿Cómo soportar las continuas preguntas en el trabajo de todos a los que tenía que ver? ¿Cómo repetir lo vivido una y otra vez ante todos? ¿Cómo sonreír otra vez cuando algo tan trágico nos dejaría marcados de por vida? ¿Merecíamos volver a ser felices?

Muchas mentiras para destruirme se juntaron para hacer mi vida más miserable, pero el Nombre de Jesús me protegió de todas ellas dándome conocimiento de que eran mentiras que debía de desechar y, una vez más, me refugié en Sus Verdades para seguir adelante, para no seguir preocupando a mi marido, para alentarlo por si él pensaba lo mismo que yo y así fue.

Los días avanzaban despacio, las tardes se hacían largas, pero cada vez más llevaderas, las noches fueron siendo dominadas, pero al primer rayo de luz, la mente parecía también despertar y lo que se había dormido y descansado ya, bueno era, porque los ojos ya no se volverían a cerrar más.

Los despertares dejaron de estar cercados por la amenaza del llanto, pero el sentimiento de ''otro despertar más sin mi bebé...'' duraron un poco más.

Entonces, donde al principio decía que ''era el Tiempo de Dios'' para un embarazo, ¿no lo era? ¿Se había equivocado Dios o yo había calculado mal? No, definitivamente, era el Tiempo de Dios para un embarazo, porque todos sus tiempos son perfectos, pero aquello no quería decir que fuera a llegar hasta el final porque mis planes, no son los planes de Él. Todo tiene un propósito, Dios no hace las cosas por nada y esto ha sido... no sé para qué con certeza 100%, pero sé que fue para bien nuestro.

Sé que, detrás de todo esto, una mano inteligente lo había colocado todo para beneficiarnos. No fue buscado y aún así, Dios permitió que me quedase embarazada y esto nos ha servido para despertar ese deseo escondido de ser padres porque donde al principio no había intención de tener niños, y fue algo que fuimos desplazando, vino sin ser buscado y enseguida supimos que queríamos seguir adelante, sin dudarlo.

El aborto sucedió en el tiempo exacto, también. Al principio iba solo a ser una semana y me darían de alta de trabajar, pero cuando me tuve que repetir el proceso, por horrible que en ese momento me pareciese, ahora sé que tuvo que ser de aquella manera para que me diesen otra semana más de baja y así unirla a las vacaciones que tenía de empresa en verano. Curioso que esas vacaciones, primera quincena de Junio, yo no las quería e intenté cambiarlas con alguna compañera, pero no pudo ser. Ahora sé por qué... Tenía que seguir teniendo esas vacaciones tan poco deseadas para mí, porque Dios las había reservado de ante mano para mí, para estar de baja, en total, 1 mes sin trabajar y recuperarme física y mentalmente.

Ahora todo tiene sentido y una explicación. No siempre se le puede dar y a veces solo es confiar y tener fe, pero en este caso, todo está clarísimo.

Echando la vista atrás y pensando con un poco más de claridad, mientras buscaba a Dios en mis oraciones y ruegos me di cuenta de que Dios fue el primero en poner en mí consolación. fue le primero en venir a socorrerme e implantar en mi corazón aquella frase que ya no podré olvidar: "Esto es para bien" Cogió y arraigó en mí en Sus Palabras porque sabía que serían el motor y el cimiento que me impediría caer en las profundidades de la tristeza y enfermar. Pero también me di cuenta de que yo fui la primera en echarlo en vida para sustituirlo por cosas terrenales y efímeras para acallar mi pena en vez de acudir a él para sanar mi desquebrajado corazón. Él fue Fiel a Su Promesa de que nunca me abandonaría, ninguno de mis días, yo fui la desleal. Él vino a consolarme y yo lo eché buscando "otros brazos" y al final, tuve que regresar a Él para ser sanada. (Para saber más leer "La Escuela del Espíritu Santo: Profunda tristeza que no abandona")

Ahora sabemos que, queremos ser padres, que el segundo será buscado, que será atendido por los médicos más de cerca y que tendremos en cuenta todas las posibilidades desde el principio. Por supuesto, que no diremos nada a nadie, dentro de lo posible, para no levantar expectativas y estaremos temerosos. Con una mezcla de ilusión y temor. Esperando lo peor y lo mejor en cada revisión. Rogando siempre a Dios para que, esa segunda vez, vaya adelante todo, pero sobretodo, que siga obrando su Perfecta Voluntad.

30 mar 2022

Mujercitas [Libro] A través de mis años



Mujercitas
me deja con un sin fin de frases atemporales que sirven para todas las épocas y para todos los momentos del año, la inmensa mayoría de ellas, provenientes de la tan sabia, Sra. March. Es un libro que se ha escrito con cariño e inteligencia. Impregnado de un montón de versículos bíblicos, de amor a Dios, conductas morales a seguir y todo por lo que hoy día, ya no se vive. Un libro que te habla de la abnegación, de la felicidad en el servicio a los demás, de desechar la vanidad, de abrazar el contentamiento, de ver la riqueza en tu pobreza, de poner la otra mejilla, de dar consejos que uno mismo anda siguiendo primero, de confesar tus pecados, de perdonar, de amar al prójimo aún cuando te esté hiriendo y tantas y tantas cosas que hoy día no verás por ningún sitio...

24 ene 2022

Mujercitas.... un paso por el tiempo.

 


Hay películas que arrastramos con los años y si estos pasan y te siguen gustando, entonces puede ser que como a mi te pase, las empieces a ver con distintos ojos, a valorar otras cosas, a apreciar ciertos momentos que antes no veías. Las percepciones de las cosas que nos gustan cambian cuando las observamos a través del prisma de nuestra edad y experiencia.

La película está cargada de mensajes morales que ya no veremos más hoy día. En el mundo al revés donde lo que antes era malo, ahora es bueno y vicersa, observamos como la familia March se ayuda incesantemente. Las hijas gastan de sus pocos ahorros en su madre, dan su desayuno al que todavía tiene menos que ellas, las quejas de ser pobre son mínimas. Tienen una tía rica que no verás que se estén aprovechando de ella para sacarle dinero y muchas cosas más. En general, todo parece apuntar a ser una película romántica, una pena que se hayan dejado tantas y tantas cosas del libro, de no ser así, no nos dejaría esta sensación tan sentimental.

12 dic 2021

La Escuela del Espíritu Santo [Somos árboles, no leones]

 


¿Jugaste, como yo, alguna vez al ''¿qué animal eres tú''? Cuando somos pequeños y el mundo tanto nos impresiona, no era de extrañar que todos cogiésemos animales como los leones, tigres y panteras (¡Dios mío!) Todos nos sentíamos feroces y valientes cuando nos enmascarábamos con este tipo de animales. Una vez llegamos a la tonta adolescencia, entonces queremos impresionar siendo diferentes y cool. Muchos querían ser águilas, nutrias o ballenas, menos las chicas que solíamos escoger a los gatitos.

Pero. ¿y si te dijera que somos árboles? Bueno, no literalmente, pero mira lo que dice la Biblia al respecto de esta metáfora.

21 nov 2021

Novela romántica - pornografía edulcorada

 Mis dedos resbalan por el teclado todavía un poco con reservas. Pareciera que estuvieran algo confusos después de tantos años. La rigidez que mis manos sienten no es habitual, pues tienden al lado opuesto, al camino que por 20 años han estado acomodados a escribir. Cabe decir que es mi primera vez, que la confesión es grande y difícil de plasmar abiertamente. Mi interior se siente inquieto y nervioso. Es una sensación extraña que, guardada como estaba dentro de mí, segura y tranquila, ahora detestase ver la luz del sol, pero es exactamente eso. Un rayo de luz rasgó el velo de mi entendimiento y ahora soy libre de esa esclavitud que me hacía moverme con sigilo y con palabras disfrazadas para hacerme creer a mí y a los demás, que lo que estaba haciendo, ''no era tan malo''.

La confesión, a boca abierta, es difícil. Todos sabemos que pensarlo es más fácil. Pensar las cosas no te hace reconocerlas del todo. Hablarlo es lo que más cuesta. Poner palabras a tus problemas, a tus dolores, a lo que sabes que no está bien. Eso es lo difícil. Pero hoy, por primera vez, dije en voz alta lo que por más de un año llevaba dentro de mí, no queriendo reconocerlo, porque reconocerlo sería como dar un paso hacia delante y  no volver atrás. Bueno, he llegado al punto de no retorno.

7 nov 2021

La Muerte: Regalo y Gracia de Dios


Tristeza sobre tristeza, ceniza sobre ceniza cuando alguien querido se va de nuestras vidas. La muerte no es tan aceptada como lo es la vida. La muerte no es tan bien recibida como lo es una vida nueva al nacer.

La muerte no es deseada ni bienvenida, salvo que estés desesperado por escapar de la vida que estás llevando a cabo con tus acciones.

La muerte solo trae angustia, miedo, desesperanza, dolor, llanto, frustración... pareciera que la muerte no puede llevar consigo ninguna connotación positiva. Pero ¿y si te digo que sí la tiene?

 

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