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21 nov 2021

Novela romántica - pornografía edulcorada

 Mis dedos resbalan por el teclado todavía un poco con reservas. Pareciera que estuvieran algo confusos después de tantos años. La rigidez que mis manos sienten no es habitual, pues tienden al lado opuesto, al camino que por 20 años han estado acomodados a escribir. Cabe decir que es mi primera vez, que la confesión es grande y difícil de plasmar abiertamente. Mi interior se siente inquieto y nervioso. Es una sensación extraña que, guardada como estaba dentro de mí, segura y tranquila, ahora detestase ver la luz del sol, pero es exactamente eso. Un rayo de luz rasgó el velo de mi entendimiento y ahora soy libre de esa esclavitud que me hacía moverme con sigilo y con palabras disfrazadas para hacerme creer a mí y a los demás, que lo que estaba haciendo, ''no era tan malo''.

La confesión, a boca abierta, es difícil. Todos sabemos que pensarlo es más fácil. Pensar las cosas no te hace reconocerlas del todo. Hablarlo es lo que más cuesta. Poner palabras a tus problemas, a tus dolores, a lo que sabes que no está bien. Eso es lo difícil. Pero hoy, por primera vez, dije en voz alta lo que por más de un año llevaba dentro de mí, no queriendo reconocerlo, porque reconocerlo sería como dar un paso hacia delante y  no volver atrás. Bueno, he llegado al punto de no retorno.


Confesiones de una adicta a la novela romántica-pornografía escrita.

El éxito que tiene en nuestra sociedad la novela romántica y erótica es silencioso, como la pornografía o las tabacaleras. Están ahí, no se mencionan mucho, pero los millones y millones que vienen al año es digno para abastecer de comida y ropa todo un continente para siempre. La literatura romántica es, y siempre ha sido, algo de baja categoría a lo que no se presta atención, y sin embargo es la industria editorial más rentable económicamente, de las pocas que apenas se ha visto afectada por la crisis de los últimos años.

Ni la crisis ni la pandemia han podido desmoronar estos cimientos bien arraigados. Los adictos a estos productos hacen que siga a flote esta categoría a lo largo de todo el mundo y es algo triste decir que, este fenómeno es casi un calco de lo que supone el consumo de la pornografía también a nivel mundial. Sé que no gusta y que nos cuesta de decir las cosas por su nombre porque nos hace ver que no estamos haciéndolo muy bien, pero aún con salvedades (nimias) la pornografía se parece muchísimo a la literatura romántica y erótica.

 ¿Qué diferencia hay entre novela romántica y novela erótica? Pues muchas lectoras están de acuerdo en afirmar en que es difícil diferenciar ambos géneros porque hay novelas románticas que pueden ser eróticas y viceversa... ¿entonces? No sabrás lo que tienes entre las manos hasta que te adentres en sus páginas y lo descubras por ti misma.

¿Las escenas de sexo explícitas son pornografía? ¿Porque hemos catalogado como  malo  a la pornografía y no es lo mismo  a este tipo de literatura? El ser humano tiene la hábil capacidad de esconder todo lo malo con palabras bonitas y dulces que disfracen nuestro deseo de no contenernos, de hacer ver que no tenemos más dominio propio que cualquier animal y que, por lo tanto, ponerle otros nombres que no nos escandalicen nos dan más libertad y seguridad para ejecutar lo que deseamos. Una escena explícita de sexo donde se mencionan los genitales, penetraciones, lametones y demás... es como la voz en off de una escena pornográfica, pero las lectoras que leen estos libros no las llaman tal que así, porque les haría sentir que están haciendo algo prohibido, no. Las lectores las llamas escenas hot. Curioso. ¿Qué me dices de darle la vuelta y hacer de esas escenas visibles en una película? ¿Seguirías sin llamarlo porno?

Dicen que el Porno es solo visual, que no hay romance entre los protagonistas, pero si una novela romántica se solapa, hoy en día, con una novela erótica con escenas de alto voltaje y hay amor entre los protagonistas, donde poco a poco va floreciendo ese deseo entre ellos hasta que el momento más oscuro se acerca y acaban por manifestar ese deseo soñado en físico... ¿lo que tú lees ahí no te despierta a ti, como lector, el mismo deseo sexual que una escena pornográfica? ¿no te dan ganas de tener a tu novio o marido (en mi caso) cerca para también tener ese momento que has leído? Y en tal caso, ¿pueden hacer una película romántica con escenas de alto voltaje y seguirías sin llamarlo por su nombre? ¿Qué pasó cuando 50 sombras de Grey llegó al cine?

¿Está el sexo permitido en pantalla siempre y cuando haya amor de por medio?

¿Qué pasaría le diésemos la vuelta y fueran los hombres quienes escribiesen libros románticos-eróticos y fuesen las mujeres el sex-simbol, que nosotras tenemos por los hombres de estos libros, y esa mujeres fuesen las que llenasen de fantasía las mentes de nuestros maridos? Si los escribiesen esas escenas sexuales, con amor de por medio como dicen, pero que fuesen las mujeres las que llevasen la voz cantante y le hicieran al protagonista todo lo que nuestros protagonistas hacen a sus mujeres en los libros? ¿Saltarían las feministas? ¿Por qué?

El daño psicológico y a nivel matrimonial que estos libros provocan (algo que tampoco se dice, pero es cierto) es terrible. Cuando una mujer se habitúa a leer libros donde el hombre siempre tiene más músculos que huesos, donde su tez es perfecta, su valentía es incomparable y su trato hacia ti como a una reina, es inigualable y luego miras a tu marido real... Hay muchas mujeres insatisfechas e infelices por soñar con hombres de ficción en vez de arreglar sus problemas con su marido real, el cual no sabe ni la mitad de sus frustraciones porque las mujeres tenemos la tendencia a pensar que los hombres deberían de ser adivinos.  

Tu acabas de leer una escena super preciosa, romántica, con palabras que anidaron en tu mente y corazón, con una escena que quisieras repetir y vas corriendo en busca del marido, ajeno a todos tus sentimientos en ese ¿te paras a exigirle que sea más cariñoso contigo? Como el Highlander de tus novelas y encuentras que tu marido es de otra forma de ser y le culpas. La pornografía daña las relaciones de pareja, al ofrecer una imagen de la sexualidad distorsionada e irreal, y en ocasiones lleva a relaciones violentas. Lo mismo ocurre con estas novelas. Su abuso crea una clase de adicción difícil de evitar, no solo al erotismo (aunque sea de pega), sino a las historias estructuradas alrededor de algo que cautiva, de manera casi inmediata, la atención y las necesidades de los cerebros femeninos: las relaciones sentimentales.

Acabas engañando a tu marido por el de ficción, e insatisfecha porque el de ficción no te puede dar lo que el real. Acabas enredada en una tela de araña donde solo sabes soñar con otro hombre, exigiendo a tu marido cosas que no te puede o sabe dar y desilusionada en vez de arreglar tus problemas y hablar con tu marido de lo que te sucede y si lo haces, quizás él te diga que él no es como los hombres de tus libros. ¿No sabes que los hombres de esas novelas son perfectos? Cuando acabas de leer, caes de golpe de la nube de la irrealidad a la realidad imperfecta en la que vivimos todos y crees que tu problema es tu marido.

Somos seres sexuales, como decía Freud, algo que hoy día se esmeran mucho en recalcar. No puedes ver un anuncio de perfuma o champú sin que no te nazca el deseo tener un orgasmo. Todo lo hacen sexual. Desde comerte una onza de chocolate, a conducir un coche, o comerte un helado. Todo es una explosión de orgasmo y tanto las editoriales, como el márketing, como el cine saben de eso y es la ración de azúcar que le ponen a todo lo que hacen para crear la adicción en nosotros que quieren. Las escenas eróticas (a las cuáles yo no soy la única en llamarlas pornografía) hacen de los libros un negocio millonario año tras año. ¿Sería el negocio tan grande si estos libros no tuviesen esas escenas hot? Volvemos al cliché de siempre, pero pasan los años, la sociedad evoluciona y hay cosas que siguen siendo las mismas. Al parecer los hombres siempre andan pensando en el sexo y las mujeres en el romance, por lo que la industria, muy inteligentemente, de una manera pervertida y retorcida nos alimenta a ambos sexos con lo que queremos. Estas industrias siguen dándonos el alimento necesario para que no vayamos a pensar en otras cosas. Siempre sexo.

Tanto la pornografía como la novela erótica y romántica alimentan el circuito cerebral del placer en sus respectivos consumidores, de una manera que ni el cine ni la literatura convencionales pueden replicar a esa gran escala.

Como ya he dicho y comprobado está, tanto en la pornografía como en la literatura romántica y erótica se ofrece una visión distorsionada del hombre y de la mujer. Como ya hemos dicho. Nunca leerás que una mujer se vaya a enamorar de un bajito, medio calvo y regordete. Siempre son circunspectos, correctos (aunque sean unos canallas, paradójicamente), cargados de valores y sin vicios conocidos, además de tener todos los abdominales en su sitio. Todo muy realista. Y sí, aunque sea un cliché, he podido comprobar que ese ideal del hombre a caballo con media melena suelta al viento y sin camisa sigue gustando.

Toda esa irrealidad de los personajes, aunque disimulada, tiene otra similitud con la pornografía: alimenta un ideal imposible que solo puede encontrarse en este producto, e incita al consumidor a consumir cada vez más. Igual que el hombre incapaz de mantener una relación adulta con una mujer, sigue consumiendo pornografía, hay muchos casos en que las mujeres realmente adictas a la literatura romántica y erótica (las que no pueden concentrarse en leer ninguna otra cosa, y les aseguro que las hay) ponen un baremo tan alto para sus posibles parejas que se vuelven completamente intransigentes con los pequeños detalles de una relación normal, y se sienten constantemente frustradas. En realidad no se dan cuenta de que son ellas las que tienen que ajustar sus expectativas, como ya dije anteriormente (ajustar, no conformarse con cualquier cosa) a la realidad de esos hombres de sus vidas, de carne y hueso. Y acaban cayendo muchas veces en el mismo problema que los adictos a la pornografía: son incapaces de lidiar con la realidad de una relación, y fracasan una y otra vez. Esperan que sus hombres sean como los de las novelas, que suplan todas sus necesidades anímicas y físicas, sin flaquear nunca, sin dudar, sin equivocarse. Tan irreal como en la pornografía.

En esta escuela, maravillosa escuela a la que me inscribí ya hace unos 20 años, andamos diciendo que el Maestro nos enseña del fruto de Su Espíritu, pero también cabe decir que, el mismo Maestro nos disciplina y nos enseña a dejar lo que entra en conflicto con su Santa Pureza. Con amor y paciencia, mi Padre me ha estado diciendo, constantemente, desde el inicio del 2020, que había cosas que debía de dejar, otras que debía de cambiar, otras que debía de añadir y como orgullosos que somos, pues no nos gusta que nos anden diciendo que tenemos mal, pues nos hacen pensar que hemos fallado, que no somos perfectos, ¡qué tontería!, ¿no?...

Desde el momento en que le dices a Dios ''Señor, quiero ser como tú'' Él empieza a trabajar en tu corazón, entra como un torbellino mirando hasta por los rincones más oscuros y dejados de tu vida, aún cuando pudieran tener una parte muy especial y amplia en tu corazoncito, si no es compatible con él, te lo dirá. El tema de la lectura de estos libros ha estado en entredicho, entre él y yo por algún tiempo ya, pero el pasado año, a partir del pasado año, dejé absolutamente de leerlos, aún cuando los tenía a mano en mi e-book. Comencé a sentir sienta vergüenza al imaginar las historias, de la vergüenza a la indiferencia y ahora, solo de pensar en volver a leer uno de ellos, siento desprecio. ¡Gloria al Señor que provoca cambios en los que quieren ser como él! Me dio libertad.

 

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