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23 jul 2021

Escuela del Espíritu Santo [Déjate podar]

     
   


 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda

para que dé más fruto todavía.

Juan 15:1-2

Si somos lo que comemos (eso dicen) y eres el resultado de las 5 personas con las que más te juntas (eso me han comentado) Yo quiero comer de Jesús y ser el resultado de su amor en mi vida.


Hoy escuchaba la frase de Déjate podar, deja que Jesús pode tus ramas. Bueno, ¡ni que fuésemos árboles! pensarás. Evidentemente que no, pero la biblia puede ser tan literal como metafórica, si sabes dónde mirar, y a veces, simplemente es tan evidente distinguirlo como en esta misma frase. Jesús es el Maestro de los maestros que siempre supo qué decir en cada momento y supo cómo explicar, con ejemplos sencillos y detallados, lo que quería decir.

 Si bien es cierto, que parece ser, los ejemplos son un poco anticuados, cabe destacar que, en la época en la que nació Jesús, la mayoría de la población dedicaba sus vidas al campo y al mar. Ganaderos, pescaderos, huertanos... Jesús quería explicar y ser entendido y qué mejor manera de hacer metáforas del Reino de los Cielos que con las cosas que ellos ya conocían.

 


En aquél tiempo, Jesús hablaba de que si una rama no daba fruto, se cortaba y si daba fruto ¡también se cortaba! pero para dejar espacio para que nazcan más cantidad de frutos (los que hemos trabajado en el clareo del melocotón, lo sabemos) Pero bien se podía traducir a día de hoy así: ''Si tu teléfono móvil está roto y ya no carga, mejor lo tiras. Pero si ves que va muy bien y responde a tus necesidades, entonces tira el cargador que tienes de los chinos y cómprate uno mejor para que te dure más tiempo'' ... o algo así, la verdad que no soy muy buena poniendo ejemplos, eso es cosa del marido.

 El pasaje de Jesús, la vid verdadera solo lo escribió Juan, pero sin duda cabe mencionar que hay multitud de referencias a esta parábola en toda la biblia. Te dejo algunas de ellas por si les quieres echar un vistazo (Ezequiel 19:10-14/ Mateos 15:13/  Salmos 80:8/ Salmos 80:19/ Isaías 5/ Mateo 21:33/ Mateo 21:46)

 ¡Bueno! ¿Y qué tiene esto que ver con el déjate podar? Para responder a esta pregunta, déjame hacerte otra ¿Qué fruto estás dando? ¿Cuál es el mensaje de ti que estás lanzando al mundo y a todos los que te rodean? ¿Estás siendo de bendición para otros? ¿Eres de ayuda dando mensajes de ánimo y esperanza? ¿Están poniendo la otra mejilla? ¿Estás plantando semillas de perdón y no de odio y venganza? En resumen y como ya puse en el primer artículo de La Escuela del Espíritu Santo, ¿estás dando el fruto de amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio? ¿O te has dedicado a chismorrear, criticar, pensar mal, has generado más conflicto, sido envidioso...?

 Examina tus pensamientos y acciones.  No estoy hablando de que si no eres una cosa, nos vayamos al polo opuesto y claro, es normal que no estemos constántemente haciendo bien. Nadie puede. No, claro que no podemos hacer el bien todo el tiempo, no somos perfectos ¿recuerdas? Pero ni te puedes escudar en eso para criticar a alguien ni justificarte para seguir haciéndolo. Lo que vengo a decir es ¿estás luchando contra esos sentimientos? ¿Estás poniendo resistencia con la ayuda de Dios o te dejas llevar por el flow porque crees que llevas razón en hacerlo?


Déjate podar
, te digo.  Todos los que no quieren tener un estilo de vida que entristezca al Espíritu Santo, deben luchar contra esta naturaleza que nos lleva, y nos impulsa, siempre a la justificación de nuestros actos, a tener una actitud altiva frente a la vida para responder mal con mal. Mira lo que decía Pablo:  Pues no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. (Rom. 7:19)

 Entiendo que es difícil, te entiendo. Yo también estoy pasando por ahí todos los días, pero cuanto más tiempo pases luchando en contra, con la ayuda del Espíritu Santo, más fácil te será el, no dejar de hacerlo, sino más bien identificar cuando lo hagas y así, llegará un punto en que podrás evitar muchas malas situaciones y tendrás satisfacción de que, cada día que pase, estarás más llena del Espíritu Santo (Ef. 5:18) y no de ti y por lo tanto darás como resultado su fruto.

 Déjate podar si crees que estás mal encaminado y empieza de nuevo. Deja que el Señor quite de ti esas ramas que no están dando el buen fruto. Déjalo que te sané.

Es triste ver a un arbolito por el campo o en los parques cuando lo podan. Se queda como triste, vacío. Pareciera que lo han castigado, pero no te preocupes, porque el labrador sabe bien lo que hace y lo hace por su bien. Ahora que todas las ramas que estorbaban fueron podadas y echadas al fuego, nacerá de él más abundantes y fuertes ramas, más cargadas de fruto y será más verde que antes.  Así hemos de ser en las manos del Señor, estar deseosos de pasar por su fuego purificador para ser limpiados de todo lo que estorbe Su obra en nuestras vidas.  Los comienzos nunca fueron fáciles para nadie, recuerda al apóstol Pablo, pero si en verdad deseas que Dios moldé en ti el carácter de su Hijo Jesucristo y dar de su fruto en abundancia, recuerda esto:  pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Filipenses 2:13

 


Solo tienes que desearlo y el Señor obrará en ti conforme a su voluntad y eso te hará más fácil la tarea, porque no la sentirás como una carga o una obligación. ¿Verdad que cuando tenemos el deseo de hacer, lo que sea, lo hacemos con gusto? Pues así será. Así que yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta.  Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra; y al que llama, se le abre. Lucas 11:9 Y qué hermoso es hacer las cosas de corazón y con agrado ¿verdad? pareciera que llevásemos alas en los pies, y en el corazón, sea dicho de paso. ¡Y lo agradable y feliz que te hace el saber que estás devolviéndole a Dios, aunque sea, una mínima parte de todo lo que él ha hecho por ti! Será más liviana la carga del deseo de dar algo en agradecimiento a aquél que lo dio todo por tu salvación.

Entonces, ¿te dejas podar?


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