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17 jul 2021

Limitando a Dios 2 (y el marido)

 

Caminaba sin mucha prisa en dirección a mi siguiente casa, hablando de mi trabajo, cuando me crucé con una de las muchas iglesias que hay aquí (como imagino las habrá en muchos lugares de España)

Tocaban las 8 y media de la mañana y me quedé, por unos segundos, observando la iglesia con su gran campanario y su incesante llamado a la muchedumbre, creyente, a contestar con plegarias y ruegos, pero a esa hora, de temprana mañana, el pueblo parecía todavía, por esa parte por donde yo estaba, bastante dormido.

''Guardando a Dios en casas'' esto me vino a la mente mientras, todavía ahí parada, contemplaba la iglesia y su repiqueteo. Entonces, me sentí molesta. ¿Hasta cuándo, el ser humano, va a seguir insistiendo en querer controlar lo que es, por naturaleza, imposible?


*Queremos controlar el clima (lluvia, sol, frío...) y si nos ''fastidia'' el día que más deseos teníamos de que hiciera un sol esplendoroso, nos enfadamos.

*Queremos controlar el tiempo y cuando creemos que nos han ''robado'' horas o días de nuestras vidas, nos enfadamos.

*Queremos controlar a las personas que tenemos cerca para que hagan, todo según nuestro ''buen'' parecer y si no nos hacen caso, nos enfadamos.

*Queremos controlar el tráfico, pero cuando más prisa llevamos y más nos retienen las colas y semáforos, más nos enfadamos.

El ser humano no puede controlar las enfermedades, la actitud de otras personas, ser víctimas del pecado de otra persona, sus emociones, sus pensamientos, su naturaleza egoísta, la opinión de otros... y esto nos enoja, nos frustra, nos estresa y nos da ansiedad. Cuatro cosas que nos podríamos ahorrar si aprendiésemos a asumir que no podemos controlarlo todo.


Y por supuesto, a Dios también ''creemos'' que lo hemos podido controlar metiéndolo entre cuatro paredes o imprimiéndolo en una imagen o creando una escultura de barro, madera o metal. Por muchos años y siglos hemos creído esta mentira. Yo no quiero un supuesto dios todopoderoso que yo, humana y finita, pueda controlar. ¿No sería yo acaso, entonces, más poderosa que ese dios enclenque al que puedo meterme en el bolsillo y sobornar con un par de velas? ¡Es más! ¿Para qué querría un dios que fuera inferior a mí? No tendría sentido alguno.

El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas [...]


Hechos 17:24


No he estudiado el caso, pero desde el mismo comienzo, desde la misma creación, en el precioso Huerto del Edén, Dios siempre ha querido una cosa desde el instante en que creó al hombre y a la mujer. Una relación con nosotros. Eso es lo único que siempre ha querido Dios, que lo conozcamos y que nos nutramos de su sabiduría, poder, amor... Dios siempre ha querido darnos paz, en nuestra angustia; reposo, en nuestras noches de tormento; perdón, cuando hemos sido incapaz de perdonarnos a nosotros mismos; amor, cuando nos han engañado diciéndonos que nadie nos podría amar; segundas oportunidades, cuando alguna vez te señalaron con el dedo como alguien ya marcado en la sociedad... y tantas y tantas cosas.

Si de verdad crees que ese dios que guardas en la iglesia y que lo sacas de allí solo 2 veces al año y al que si quieres algo con él tienes ir a verlo allá, creó todo el universo, la tierra y lo que hay bajo el cielo y bajo el mar lo puedes encerrar entre cuatro paredes con tanta facilidad, así porque sí, y con su supuesto consentimiento... no quiero ese dios. Eso parece más bien como forzar una supuesta amistad a mí modo. Creo que hemos rebasado y hemos desvirtuado la expresión de que Dios también puede ser un Dios personal, cercano, amigable. ¡Dios es personal! Claro que sí, pero bien se dice también que un padre no puede ser ''amigo'' de su hijo, porque siempre habrá ahí esa línea que los separe donde el padre quiera proteger a su ''bebé'' porque sabe más, debido a su experiencia en años y el amiguete de turno lo comprenda más porque comparten su misma mentalidad adolescente. 

Dios puede ser tu amigo, Dios te entiende en todo y te comprende. Sabe lo que te hace falta aún cuando tú no sabes que te hace falta. Él es tu confidente y tu Todo, pero no cometas el error de rebajarlo a nuestra altura y humanificarlo (si esa palabra existe, claro). Cuidado con las confianzas. No le atribuyas aspectos mortales y defectuosos como los nuestros, ni lo quieras controlar, cambiar y hacer que acceda a tus caprichos y manipulaciones.

Me fascina el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob...  Leo su revelación escrita y es pura acción todo el comienzo de la nación de Israel.

Hablando con el marido un día mientras jugábamos en el Pc (nos gusta filosofear de la vida mientras jugamos a juegos de beat' em up y para hacerme entender algo que me estaba describiendo, me dijo:

Esto es como cuando te pones a adorar a las estatuas y les atribuyes cosas que no son, en vez de adorar al creador que las creó. ¿Por qué adorar a lo creado en vez de al creador?

(Lo he parafraseado porque no lo recuerdo exactamente) ¡Exacto! Lo había entendido a la perfección. El hombre, la persona, el vecino de la esquina... por muy hábil que sea con el cincel o con el pincel, no puede darle poder a lo que crea. ¿Qué poder tienes tú de dar vida a las cosas como ser humano? ¿Cuándo has convertido la muñeca que le has cosido a tu hija en una niña humana? ¿Cuándo hiciste que el cuadro que pintaste consiguiese hablar? ¡Nunca! Somos personas mortales, no dioses para andar repartiendo poderes a diestro a siniestro. La historia de Pinocho se queda ahí, en un cuento con moraleja, pero nunca pasará a la pantalla de la vida real. No por la mano del hombre, desde luego.

''... dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.'' (Rom.1:25)


Pero, ¿qué hace el Dios que tiene poder?

Hace caer fuego del cielo, que la tierra se abra y se trague a personas, que el mar en el desierto sea abierto y que un niño pueda decapitar a un gigante. Que un gran pez trague a un hombre sin matarlo y hacer que viva en su vientre por tres días, que serpientes y asnas hablen, que hayan mujeres envejecidas y/o estériles dando a luz, que gruesos y altos muros caigan al sonido de trompetas... todo esto por obra de ¿ese dios que está encerrado 363 días al año en las iglesias? No... Todo esto por obra de aquél que su poder no puede ser contenido.

Él es el que hizo la tierra con Su poder,
El que estableció el mundo con Su sabiduría,
Y con Su inteligencia extendió los cielos.
Cuando Él emite Su voz, hay estruendo de aguas en los cielos;
Él hace subir las nubes desde los extremos de la tierra,
Hace los relámpagos para la lluvia
Y saca el viento de sus depósitos.

Jeremías 10:12-13

Dado que Dios siempre quiso tener una relación con nosotros, pero a causa de la caída en el Edén, el hombre está destituido de la Gloria de Dios (Rom. 3-23). Pecado del hombre y Santidad de Dios, son como agua y aceite, pero ¡Dios insiste en querer estar cerca de nosotros! e insiste en querer darnos de su amor, dirección, perdón, cercanía, sabiduría y consejo, pero claro, el hombre siempre sabe más... El hombre siempre compitiendo contra Dios en todo, con mucha altanería y soberbia. Dios es como un águila que, desde lo más alto, es capaz de verlo todo. Ve todo nuestro caminar y a dónde nos andan dirigiendo nuestras decisiones porque, desde las alturas, el águila tiene una perspectiva muy general del camino que estamos trazando, pero ¿nosotros? nosotros caminamos por la calle y no nos hacemos una idea de la persona que está a punto de doblar la esquina, pero aún seguimos pensando que somos muy listos.

Antes del nuevo pacto (la muerte y resurrección de Jesucristo y donde el Espíritu Santo ahora puede morar dentro de nosotros) Dios no tenía otra manera de morar junto a su pueblo que construyendo tabernáculos y, al igual que se hacía hace muchos años por España, el Tabernáculo estaba en el centro y el pueblo acampaba alrededor de éste. Dios en el centro, siempre, y el pueblo rodeándolo. La misma poderosa presencia de Dios, en la tierra, en aquellos tabernáculos. La tan famosa Arca del Pacto.

No puedes guardar en una botella los rayos del sol. Las preciosas mariposas se mueren si las contienes en una caja. Los recuerdos más bellos solo son visibles en la sala de cine de tu mente y la experiencia de tener a un ser vivo dentro de ti solo dura 9 meses.  

No quieras encerrar a Dios porque por su poder las barreras y los muros caen, y lo que es imposible se vuelve posible. ¿Quieres escuchar una anécdota de un milagro que parecía imposible? lee Limitando a Dios 2 (y el marido)

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