¿Yo soy así? (así seguiré nunca cambiaré....)
Cuantos
problemas podríamos haber solucionado si solo una persona, en esos momentos de
dificultad, hubiera doblegado su orgullo y hubiera decidido que, la mejor
opción en esos momentos de inminente ruptura, era el de cambiar. Seguir con la
mentalidad de que yo soy así, nací así,
mi padre es igual, viene en los genes no solucionará lo que tienes entre
manos y más problemas tendrás a causa de esa actitud. Cuanto antes reconozcas
que sí puedes cambiar, antes podrás
aplicar una solución.
Incendios
forestales han arruinado bosques enteros de corazones rotos, sólo, por no ceder
al orgullo. No se trata de intentar, por todos los medios, ocultar lo peor de nosotros
para que, en medio de los conflictos, no aflore. No es cuestión de buscar
maneras y tips para aprender a reprimir
la bestia que llevamos dentro ¡mucho
menos aceptarla! ¿Por qué ocultar,
reprimir y aceptar el mal que llevamos dentro cuando puedes transformarlo? Es
más frustrante y cansado, ocultar y reprimir el contenido que llevamos por
dentro que dejar que otra persona nos transforme.
No es: esa persona o tal situación me hace ser de
tal modo, pero yo no soy así. Todos
venimos así de fábrica, con ese lo peor
de mi en nuestro interior que aflora cuando suceden cosas que no nos gustan,
cuando suceden cosas que lo provocan a salir, cuando no nos dan lo que queremos
y nos enfadamos... Todo cuanto no nos haga feliz, eso saldrá.
Pero el problema no es la presión o las circunstancias... esas cosas no me "hacen" ser de cierta forma. No me convierten en. A mí nada me puede hacer lo que yo sea. Nadie puede hacer que yo sea algo. El problema radica en mi corazón que es de donde sale el fruto. "De la abundancia del corazón habla la boca" (lc 6:45) Todo lo que hay en nosotros, sale de nuestro corazón (emociones, sentimientos, deseos...) Lo que pasa es que estamos en una situación donde eso nos saca lo que llevamos dentro y nos muestra el cómo lo estamos viviendo. "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". (Mt. 15:11)
*Analogía de lo que llevamos dentro (la botella de agua)*
Tu eres una botella que está llena de agua. Si la vida
viene y te golpea ¿qué sale de ti? Agua. ¿Por qué? Porque eso es lo que hay
dentro de la botella. La circunstancia que viene a golpearte no CREA el
agua. Lo que te está golpeando (crisis económica, infidelidad, traición,
engaño, orgullo, discusión...) es lo que está creando que salga de ti el agua.
Y no importa lo que te vaya a golpear, siempre saldrá agua,
porque agua es lo que hay dentro de la botella. Así pues, tú eres el
único responsable, no los problemas.
(Igual con una naranja, cuando vienen a presionarte,
cuando presionan la naranja saldrá zumo de naranja, no de piña)
Ya sé que toqué un punto feo nuestro, pero es así.
Basta de echarle la culpa a los demás de nuestras malas decisiones y actitudes.
¿Por qué cuando sale ese lo peor de
nosotros vamos corriendo a justificarnos para decir que la culpa fue de los
demás que lo provocaron a salir? ¿De quién es el perro? ¿Tuyo? Entonces es tú
responsabilidad de poner correa y bozal, no del que se acercó para intentar
verle los dientes.
Cuanto antes aceptemos que la culpa es solo nuestra, también libraremos a los demás de una carga innecesaria impuesta por nuestra falta de madurez. El enfermo es incapaz de ir al doctor hasta que no acepte que está enfermo.
¿Qué dice Dios al respecto de esta parte nuestra?
Que Cristo PUEDE transformar
tu corazón para hacerte entender tus circunstancias y encontrar un cambio
que lo glorifique a él y te lleve a ti conocerlo más. Que puede perfeccionarte
para parecerte más a él y ser una persona que sepa dominar esta naturaleza
caída que tenemos, desde que nuestros primeros padres pecaron en el Huerto del
Edén.
Nosotros no podemos por nosotros mismos, por eso
existen psicólogos y demás filosofías para tratar de calmar nuestra fiera
interior. Necesitamos una ayuda exterior, la mano de un experto ¿y quién mejor
conocer de nuestro corazón que el que lo creó y lo puede satisfacer?
Yo me dejé y me dejo en las manos de mi Padre
Celestial y en verdad, puedo decir a día de hoy, que he visto múltiples cambios
en mi vida. No tengo que reprimir ni ocultar lo peor de mí, porque Cristo me va
transformando cada día a su imagen y semejanza.
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