Este blog funciona mejor con
Google Chrome

24 may 2021

Limitando a Dios (y el marido)

 


Con Moisés, Dios abrió en dos el Mar Rojo.

Con Elías, Dios desafía al dios Baal y envía fuego del cielo.

Con David, Dios manda a un niño a matar a un gigante.

Con Josué, Dios derribó las murallas de la ciudad de Jericó a toque de trompeta.

Conmigo, hoy me ayudó a encontrar el cierre de mi mochila...

 

Tenemos todavía tanta incomprensión con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob que, tan lejano y poderoso lo vemos muchas veces, que nos pensamos que es un Dios que no puede atender nimiedades de nuestro día a día porque parecería ofensivo para él. Osea, el Dios que envió las plagas a Egipcio y cubrió a los hebreos no va a ponerse ahora a buscarme la camisa rosa que necesito para mi trabajo mañana ¿no?

Sin embargo, luego tenemos nuestros momentos de soberbia donde nos sobreviene tal problema, tan gigantesco y asfixiante que pensamos que nuestro problema sobrepasa el poder de ese Dios y no se lo entregamos y pensamos "Es que es demasiado... es un problemón. Regresaré a la iglesia cuando lo resuelva"

Osea, que lo mismo nos da por engrandecerlo tanto que no podemos ir a él para cosas del día a día, como que lo empequeñecemos hasta poner nuestras fuerzas por encima de las suyas y no, no tenemos razón en ninguna de las dos posturas. ¿Por qué nos pasa eso? Porque aún no hemos llegado a entender la manera en que Dios nos ama. Para que te hagas una idea, puedes leer este artículo de Servicio y Sacrificio.


Lo mismo que, por muchas veces le he dicho a mi marido en numerosas ocasiones, no existen los pecados grandes, pequeños, válidos, necesarios, minúsculos, piadosos... porque todos son pecado delante de Dios sin ningún tipo de escala. Por lo tanto, no hay problema suficientemente grande o pequeño para ti que Dios no pueda solucionar. Tanto si te ha sobrevenido sin esperarlo, como aquellos en los que ha sido tu culpa. Nosotros somos los que ponemos etiquetas a los pecados y a los problemas, para Dios, todos son pecados a la misma altura y todos son problemas a la misma altura.

A lo largo de la Biblia vemos las grandísimas y asombrosas hazañas que hace Dios con todos sus hijos. Nos quedamos con la boca abierta y sin comprender, ciertamente, como Dios pudo hacer que Elías no conociese la muerte y fuera llevado directamente al cielo; o como por medio de un concurso de belleza Ester fuera escogida reina; o como Sara tuvo un hijo con aquella edad tan avanzada. Creo que eso nos impresiona tanto que nos da vergüenza pedirle a Dios que nos ayude a encontrar las llaves del coche o las gafas que anoche dejamos en algún lugar de la casa que no recordamos.

Solo para dejar esto claro. Todos tus problemas son pequeños para Dios. Pequeños. Porque Él es el Dios de lo imposible y no hay ni habrá problema en tu vida que sobrepase su poder. ¿Entonces?

Entonces hoy fuimos de paseo, mi marido y yo, a un pueblo cercano al nuestro para pasar una bonita mañana llena de hermosos recuerdos juntos. Nos echamos fotos, reímos, nos abrazamos y caminamos pausadamente observando la gloriosa creación de Dios. Cuando regresamos al coche para tomar el camino de vuelta nos dimos cuenta de que, uno de los cierres que lleva mi mochila, se había perdido. Estuvimos apenados porque recién la había comprado y decorado y me gustaba mucho. Pensamos y pensamos en dónde podría haberlo perdido y con todo lo que habíamos caminado, ya estábamos cansados para reandar todo lo que habíamos hecho.


Yo creo que lo perdiste en aquél mirador donde te tomaste la foto y saltaste la valla. Es el único lugar donde creo que pudo tu mochila haberse atascado. En la valla.
- Me dijo el marido.

Por lo que, aún con el coche mirando el asfalto del camino de regreso al mirador aquél por si lo encontrásemos, nos dirigimos hacia aquél sitio. Aparcamos el coche y desde que nos bajamos ya íbamos mirando el suelo. Llegamos al mirador y nos acercamos al punto exacto yo había saltado la valla y seguía sin aparecer.

En ese momento, como en un tramo de una novela donde la acción del personaje se detiene o congela en el tiempo por espacio de tres páginas, donde el autor escribe de sus pensamientos, así me pasó. Mi tiempo se detuvo y fue que Dios me recordó una predicación que vi en Youtube de Joyce Meyer (recomendada absolutamente) donde decía todo lo que he escrito ahí arriba. Como una vez ella le pidió ayuda a Dios para encontrar sus gafas. Porque no siempre vamos a estar con problemas estresados para buscar el socorro del Señor, no. Dios es nuestro ayudador, dice la Biblia, y lo es para todo . Y eso fue lo que hice:

Oh, Señor. Ya sé que puede ser una nimiedad, pero por favor ¿podrías ayudarme a encontrar el cierre de mi mochila? -dije en mi mente. Pues justo estaba poniendo la interrogación a mi pregunta cuando Dios redirigió mis ojos a un punto. ¡Allí estaba el cierre! Cuando lo cogí estaba completamente entero, no se había roto y por la forma que tiene y por la manera que imaginamos que tuvo que haberse desprendido, debería de haberse, como mínimo partido. Nuestra teoría fue, que debió de engancharse en la vaya ¿cómo no se partió? ¿Casualidad? Bueno, estas cosas pasan, seguro. Pero yo no creo en las casualidades y por eso tienen un nombre y se llama Oh, Dios mío, podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador (Hebreos 13:6)

Lo cogí del suelo e inmediatamente, sobrecogida por la emoción de la petición que había elevado, aún con alguna duda dentro de mí al pensar que podría ser una tontería para Dios, Dios me demostró que no hay nada de mi que a él no le importe y le di las gracias en voz alta. Hay una explosión en mi corazón de felicidad siempre que veo como Dios está a mi lado contestándome, ayudándome, prestándome atención, abrazándome...


Mi marido vino corriendo a cerciorarse del estado del objeto, asombrado también por encontrarse totalmente intacto. No había arañazo en él, ni rotura, ni grieta, ni suciedad. Abrazados ante la alegría de haberlo encontrado, le dije al marido lo que había sucedido y como Dios me había ayudado tiernamente. Con mi lógica de saber donde estaba el cierre y con la ayuda de tu Dios, que te ha guiado hacia el punto exacto, lo hemos conseguido. -dijo el marido. Sí, podemos ser un gran equipo.

Sí, mi Dios es grande.  En lo poco y en mucho es grande...

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

*O* Por favor... lee bien la entrada antes de postear.
♥ Gracias ♥

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...