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3 may 2021

Cuando ignoras la voz de Dios


Nosotros, los cristianos, sentimos mucho afán por estar constantemente escuchando la voz de nuestro creador. Es un momento único, casi increíble. Sabemos que él nos dice "Clama a mí y yo te responderé" y creyendo que estamos hablando con el vecino del quinto, al instante en que lanzamos nuestra petición nos creemos con el derecho de esperar una respuesta inmediata, como si nosotros fuéramos los dioses y Dios nuestro siervo.


Hasta se nos escapa de las manos el significado de ese versículo "Clama a mí y yo te responderé" y comenzamos a hacer una lista de peticiones que elevamos con falsa humildad delante de su presencia. Con un corazón orgulloso y con el mentón bien alto pensando que, como tiene que responder, yo aquí expongo la carta a los Reyes Magos de 5 folios por las dos caras. Y entonces nos llenamos de rencores y orgullo cuando vemos que Dios no respondió a ninguna de las cosas que le pedimos y es que, no, Dios no es el genio de la cueva de las Mil Maravillas y no, no nos debe absolutamente nada como para que nosotros estemos mandándole peticiones como si fuera el alcalde de nuestra ciudad. Alaba más y pide menos y el Señor procurará por lo que te falte. Que tu oración no esté llena de quejas y peticiones. A nadie le gusta que te acerques a alguien solo para andar con ordenanzas y enviar reproches. El Señor quiere que seamos agradecidos en todo momento. Cuando estás en una mala situación y cuando estás de celebración porque aún en las malas, siempre hay cosas por las que estar agradecido.


¿Cuándo ignoramos la voz de Dios?
Voy a contar mi propia experiencia de lo sucedido. Imagina que quieres para Navidades una bici, se lo haces saber a tu madre y ésta lo aprueba felizmente, pero te dice que para Navidades no puede ser y que tienes que esperar.  Tu, sabiendo que tu madre lo aprobó, insistes e insistes día tras día en que quieres la bici. Tu madre, amorosa y cariñosamente, te responde siempre que has de esperar. Así muchas veces. Un día, tu mamá le cuenta a tu papá de tu insistencia y que no le haces caso, por lo que viene tu papá y te pega dos gritos horribles diciéndote lo mismo que tu mamá te había dicho por tantas veces antes y entonces te echas a llorar dolido.

¿Qué quiere decir esto? Cuando pedimos a Dios, conforme a su voluntad, cosas que sabemos que nos serán concedidas ya de base, por ejemplo, ser más humilde, cariñoso, perdonador, compasivo, justo, fiel... El Señor es el primero que está ansioso por ayudarte a conseguirlo porque será un bien para ti, para él y para los que te rodean. ¿Qué sucede cuando Dios te dice que esperes a recibirlo porque antes tiene que enseñarte más cosas y tú no esperas? Que estás ignorando su decisión ¿y qué hace Dios? Dado que no le haces caso a él, utiliza a otra persona para decirte lo mismo, pero al no ser Dios en su plenitud de amor, esta persona humana hiere tu corazón y te sientes ofendido.


Es mejor hacer caso a Dios de primeras, pues su manera de decir las cosas no es dañina, es siempre amable, cariñosa, amorosa, no reprochativa. Pero si ignoras su decisión debido a tu impaciencia por coger lo que tiene para ti a tú tiempo, entonces Dios utilizará a una persona que sabe que lo escucharás mejor y será más doloroso el procedimiento.  Las maneras de Dios no son las maneras del hombre.

No olvides que tú eres el hijo y él el Padre.

Que tú se lo debes todo y él no te debe nada.

 

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