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24 abr 2021

7 MANERAS EN QUE LAS PRUEBAS NOS AYUDAN


 ¿A quién le gusta pasar por pruebas en la vida? ¿A quién le gustó alguna vez los exámenes del colegio? Como ya comenté, en la escuela del Espíritu Santo, también hay exámenes. Por supuesto que no todo son pruebas en la vida. A veces vienen circunstancias, otras son el resultado de nuestras decisiones; otras el resultado indirecto de las decisiones de una persona cercana a ti (lo que llamamos "el que nos salpique los problemas del otro") Sea como fuera, las dificultades vienen en la vida y lo que es seguro es que, antes de ponernos a temblar, hay que recordar que Dios ya sabía de ese momento que iba a llegar y que está todo bajo control. Te llegó de sorpresa a ti, pero no a él.

Cómo dijimos, cuando comienzas a estudiar algo que le pediste a Dios que cambie de ti o que te añade o modifique para parecerte más a él, primero viene la teoría y luego viene la práctica. Dios te pone en situaciones para poner en práctica lo que aprendiste, como buen Maestro, el está mirando a ver cómo te desenvuelves por si tiene que echarte una mano al ver que la cosa se te descontrola.

¿Tomarnos por sorpresa? Sí.

¿Revelan nuestro temor, ansiedad, enojo y autocompasión? Sin duda.

¿Traen tristeza y dolor? Absolutamente.

Las pruebas hacen muchas cosas, pero ¿qué bien traen a nuestras vidas?


 


1. Las pruebas profundizan nuestras vidas de oración.

Ni qué decir tiene que, tan solo el hecho de vernos como unos perritos llorisqueando en un rincón, ya hace que hinquemos rodillas pidiendo clemencia temiendo por lo que se avecina. Todavía no hemos visto todo lo que trae la prueba, pero ya nos comienzan a temblar las rodillas por lo poco que ya vimos. Y otras veces no lo vemos venir en absoluto y nos metemos de lleno en la boca del lobo con mucha autoconfianza y soberbia creyendo que podremos coger el toro por los cuernos más fácilmente que un gato cazando mariposas.

Mediante la oración, nuestra dependencia a Dios se magnifica al tiempo que atacas a tu orgullo y así, nos podemos deleitar en el Señor, quien nos escucha y responde conforme a su sabiduría. ¡Y vaya si responde! A veces, en el mismo instante en que estás caminando por ese desierto que acabas de empezar, ya sientes el respaldo de Dios.

2. Las pruebas aumentan nuestro conocimiento de la Palabra y el Carácter de Dios.

"Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda de tus estatutos" (salmos 119:71)

¿Por qué se alegra el salmista de ser afligido para aprender? Bueno, ¿cuántas veces no nos ha pasado que hasta que no hemos caído en el tropiezo no hemos aprendido? ¿Cuántas veces nos han tenido que herir para aprender? ¿Cuántas veces me tuvo que dar mi madre una cachetada en las nalgas para que durmiera la siesta porque sin eso no me dormía? ¡A veces pareciera que lo andamos buscando! A veces, claro. Pero son muchas las veces las que decimos "por las malas he aprendido"

3. Las pruebas incrementan nuestra gratitud hacia nuestro Salvador.

Durante el camino en el desierto recordamos el sufrimiento de Jesús por la tierra y entendemos que él es el único que nos comprende 100% porque también pasó por lo que uno.

Después de haber sobrevivido a lo que fuera por lo que tuvimos que pasar, alzamos la mirada y comenzamos "Gracias, Señor. Gracias, gracias, gracias, gracias.... Podría haber sido peor, no me quiero imaginar sí esto... lo otro..."


4. Las pruebas nos hace más como Jesús.

De sobra sabemos ya que, las pruebas, son el momento perfecto para que Dios moldé nuestro carácter para que parecernos a la imagen de su Hijo Jesús. Como buen alfarero que es y nosotros las vasijas, va quitando los desperfectos que tenemos. Las manchitas, las grietas, el desgaste del tiempo. A veces tiene que romper las vasijas para hacer unas nuevas que soporten todas las bendiciones que él tiene darnos.  Siempre teniendo como modelo a Jesús, para hacernos como él, el cual "aprendió obediencia por lo que padeció" (Hechos 5:8)

5. Las pruebas nos equipan para consolar a los demás.

Hay mucha bendición en pasar por unas circunstancias y contárselo a una persona y que te diga "Lo sé, te entiendo. Yo también pasé por ahí" Esa persona está capacitada para dar consuelo y consejo en base a su experiencia. El apóstol Pablo escribe que Dios "nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción" (2 coríntios 1:4)

Dios quiere llevemos su consuelo a los demás para que oremos juntos y aprendemos a servir con delicadeza.

6. Las pruebas examinan y fortalecen nuestra fe.

 Cuando las cosas nos van bien y todos estamos de acuerdo, parece que llueven pétalos de rosas, las palomas vuelvan en stop-motion a tu alrededor y el aire vuele a primavera. ¿Qué pasa cuando viene alguien en tu contra? ¿Cedes? ¿Confrontas? ¿Te callas? Las pruebas comprueban la autenticidad de nuestra fe. Sacan a relucir lo que hay, verdaderamente, en nuestros corazones. Las intenciones por las que vas por la vida. Si tu fe tiene raíces profundas, ese árbol será inmovible.


7. Las pruebas nos recuerdan de nuestra ciudadanía.

Las lágrimas y el sufrimiento nos recuerdan que, en este mundo corrupto, no está nuestro hogar. Sabemos que en el cielo "no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor" (Apocalípsis 21:4)


Creditos a @coalicionporelevangelio (instagram)

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