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20 feb 2021

EL que espera ¿desespera?

 


En un mundo actual donde solo se busca lo "instantáneo", la paciencia no es lo que más buscamos. Nos han y nos están enseñando que, lo instantáneo en cualquier cosa que busques, te da felicidad. Como moscas en la miel caemos todos pues, cierto es, que la dopamina que nos genera el conseguir algo que tanto queremos en un espacio tan corto de tiempo, nos da felicidad. No nos damos cuenta y no queremos darnos cuenta del poco espacio de tiempo que dura esa felicidad. Más efímera que un diente de león soplado por la brisa. Tan efímero el momento es, que ni me atrevería a llamarlo "felicidad". A qué tan bajo estándar hemos llegado a poner este preciado tesoro cuando millones y millones de personas, hoy día siguen buscando con desesperación llegar ahí.


El que espera desespera porque todo lo que hacemos hoy en día es instantáneo y a lo que nos gusta, uno se acostumbra muy rápido. El microondas, las compras online, el compartir fotografías o textos en las redes sociales, las llamadas, los mensajes, la comida prefabricada y muchas cosas más. Tenemos un vacío y una desesperación tan grandes, que ni un minuto podemos ya esperar para calentar el arroz precocinado de 1 minuto al microondas y lo queremos en 30 segundos. Hemos dejado de desarrollar la capacidad de ser pacientes y con ello, el ser tolerantes con los demás y por ende, la empatía y como conclusión, somos más egoístas. Creemos que todos estarán ahí para nosotros cuando los necesitamos a un mensaje del teléfono. ¿Cuántas veces has recibido un mensaje y no te has dado cuenta hasta, quizás, varias horas después? ¿Te has sentido enfadado y ofendido contigo mismo como cuando tú lo haces con otras personas que no te respondieron en el instante en que tú enviaste el mensaje?

Muchas cosas han cambiado para empeorarnos como personas en esta nueva era de instantaneidad, pero algo que Dios está trabajando mucho en mí, es la paciencia en Él. Me fascina, me emociona y me deja días pensando en estas cosas, cuando Dios coge todo lo de este mundo que está mal y le da la vuelta para mostrarme cuán equivocada estaba. Si queremos arreglar un problema, de verdad, y estamos dispuestos a querer cambiar porque no nos gusta ser de esa manera, lo primero y primordial no es decir: "Yo soy así y así seguiré y nunca cambiaré" Es aceptar nuestro error para poder ser conscientes y así arrancar de raíz lo que nos está estorbando. Un paciente no puede ser curado si éste no reconoce que está enfermo.



Yo soy una persona impaciente, un poco así como Pedro. Siempre lo he sido. Me cuesta esperarme a las cosas que quiero hacer, dar o recibir y eso hace que sea impulsiva, no reflexiono antes de obrar. A veces solo hubiera necesitado unas pocas horas en ese día y no me habría metido en problemas por actuar con anticipación. Incluso, recuerdo de situaciones que solo me hubieran bastado segundos y me hubiera ahorrado muchos problemas. Mi paciencia debería ser el creer en los tiempos de Dios, porque vale la pena esperar por lo que vale la pena tener. Pero...

¿Por qué esperar en los tiempos de Dios?

Mi principal motivación para esto es, que yo no sé lo que va a suceder mañana. Puedo hacerme una idea a corto plazo según la trayectoria de mi vida ¡y aún! mañana mismo podría haber un cambio radical que no puedo ver venir. Nosotros los seres mortales, limitados, no tenemos poder sobrenatural alguno para nada, solo somos personas, pero el que tiene el poder sobrenatural sí puede ver mi mañana, mi semana, mi mes y mi vida completa. Si te dijeran, confía en Fulanico de tal porque sabe lo que te va a suceder la semana que viene y me ha dicho que te diga que tengas a mano una cuerda. En tu día a día tu no necesitas una cuerda, para nada, y no lo entiendes, pero decides tener fe y creerle, porque te ha dicho que sabe que algo te va a suceder que implica tener una cuerda a mano.  ¿O decides no hacer caso del que lo sabe y actúas según tu propia sabiduría de los hechos de tu día a día?

Dios sabe de mi futuro cercano y lejano y dejo en sus manos mis peticiones, pero ¿por qué es tan difícil? Si en algo caemos los seres humanos con frecuencia es, respecto a Dios, tener control sobre nuestras propias vidas. Si yo controlo mi vida, no le doy el control a Dios. Si yo controlo mi vida, mi visión es limitada, no veo lo que hay más allá de la curva del camino, lo que hay detrás de la montaña, Dios desde su altura lo ve perfectamente. Por eso decido confiar en él.

¿Y qué pasa con esta instantaneidad que a los hijos de Dios también se nos ha pegado? ¿Escuchas cómo son tus conversaciones con Dios? "Señor, necesitaba de aquello para ayer. Señor, se me ha roto el coche y necesito que me des otro para ¡ya!..."



La impaciencia también trae queja, la desesperanza trae queja. ¿Cómo hablas con tu Padre? "Ay, Señor ¿hasta cuándo?. Ay, ay... No quiero seguir pasando por aquí, es muy difícil. Señor, ¿por qué? ¡Por qué!. Ay, Señor, esto no me gusta..." Recuerda la oración intercesora que el propio Jesús hizo por ti: "No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno" (Juan 17) Tendremos aflicciones en nuestra vida. Si Jesús las tuvo, nosotros también. Con la queja no solucionamos nada, solo empeoramos nuestro estado anímico y mental. Acepta las circunstancias que te vienen, porque no tenemos poder para cambiarlas y en vez de quejarte y sentirte más atrapado en el problema que no puedes solucionar, pídele a Dios que no deje de acompañarte, que te de fuerzas y que te ayude a ver la situación con sus ojos. Tener paciencia ante las circunstancias que te molestan es, tener la capacidad de superar la frustración que el problema te causa y mirar adelante con la esperanza puesta en que Dios, tiene control de lo que te está sucediendo es para bien.

Recuerda que los tiempos de Dios son perfectos, que él no se tarda en cumplir lo que promete y debemos ser pacientes porque nuestro modelo y Maestro que hizo todo antes que nosotros para darnos ejemplo, Jesús, fue paciente, tuvo dominio de sus emociones y no leerás acerca de su vida un impulso de impaciencia o un arranque de emociones descontroladas provocando más problemas. Sino que esperó en su Padre pacientemente en todas las cosas que debía de hacer.

Cuando en mi impaciencia yo hacía y deshacía a mi propio antojo, era según mi visión limitada de mi vida. Y cuando decía actuar porque había esperado algo, era según me parecía a mí que era el tiempo correcto, todavía en mi visión limitada de las circunstancias. ¿No te ha pasado que has esperado, lo que llamados, un tiempo prudente para, por ejemplo, hablar con alguien y la has seguido fastidiando porque tú estabas preparado para hablar con esa persona, pero esa persona no lo estaba y tú no lo sabías? Claro, y uno dice: "¡Bueno y yo qué iba a saber!" Pues Dios sabe y si en vez de esperar en tus propios tiempos hubieras esperado en los tiempos de Dios, te hubiera dicho cuando hablar y cuando callar. Cuantos disgustos nos ahorraríamos si esperásemos con paciencia a los tiempos del que sabe.



En mi camino hacia ser más paciente día tras día, en vez de buscar la inquietud de no tener lo que quiero cuando quiero y como quiero mediante mi proceder, me deleito en saber que ya no tengo que andar corriendo para hacer o deshacer. Veo como Dios pasa delante de mí moviendo él las fichas, me deja disfrutar de ver como él es el que va preparando las cosas y me deja gozarme mientras me enseña como, en la espera, veo los cambios que él produce para darme lo que quiero. Eso me da Paz, Confianza, Seguridad...

Se me encoge el corazón cuando me detengo a pensar en la atención que un Dios tan Poderoso presta a una humana como yo. No existe la capacidad humana para entender el amor de Dios. No importa lo mucho que te gloríes en tu coeficiente intelectual, muchos de los llamados "sabios de la antigüedad" han fracasado ya, nosotros en nuestra era no somos mejores.

¿Por qué Dios nos manda esperar?

Muchas son las veces donde tenemos sueños que queremos realizar y por supuesto, cuando el anhelo viene, viene con tanta fuerza y a nuestra mente el sueño se hace tan vívido que real, que lo queremos ver en nuestra para ayer. Si es de su voluntad dártelo y te dice: "Espera en mí" ¿te preguntas el por qué?

Me he encontrado en la posición de que he deseado llevar, más allá, mis quehaceres cristianos. Ir a un nivel superior como sierva del Altísimo y me he chocado durante meses con: 

"Espera en mí porque estoy obrando"

"Espera en mí porque aún no es el tiempo"

"Espera en mí y no dejes que tu impaciencia me robe el control de lo que estoy haciendo para ti"

"El que espera en mí renovará sus fuerzas y levantarán alas como las águilas...."

 


Dios trabaja con lo que tiene de ti para hacer ciertas cosas y tiene que perfeccionarte si lo que quieres es llegar a otro nivel. Puedes tener el deseo más puro y ferviente de servir a Dios haciendo tortillas de patatas, pero si aún no sabes cómo freír un huevo, Dios tiene que trabajar en ti con lo que ya tienes para perfeccionar lo que ya sabes. Así que, es posible que te pases un tiempo perfeccionando la manera de cómo hacer, primeramente, tortillas francesas. Con distintos condimentos, de diferentes sabores, con mantequilla en vez de aceite... Y poco a poco te irá introduciendo la mejor manera de pelar una patata, cómo cortarlas y de qué manera... y así.

 ¿Es un trabajo que lleva tiempo de realizar?

Desde donde estás, hasta alcanzar lo que deseas ¿pasa mucho tiempo? A mi parecer, depende más de ti que de Dios. Él está más ansioso que tú en utilizarte y de ti depende lo rápido que aprendas, el tiempo que pases relacionándote con él e ir aplicando a tu día a día lo aprendido, hasta hacer profundas raíces en tu corazón. Primero aprendes a batir el huevo y hasta que Dios no se asegura que lo haces correctamente, no pasará a otra cosa. Recuerda que es un excelente Maestro. Él no quiere que pases de lección teniendo la anterior medio aprendida, porque todas las lecciones de Dios se relacionan entre sí y si no las aprendes bien desde el principio, irás cojeando. Es por eso que no puedes hacer tortillas francesas con un huevo que no has batido, por mucho que quieras correr o que quieras hacerle entender al Maestro que tú sabes luego como batirlo en la sartén. Dios no te dejará coger la sartén hasta que no hayas aprendido a batir el huevo a, recuerda, Su manera, no a la tuya.

¿Qué hace Dios mientras tú Esperas y él no te dice nada más?

 


Vamos a seguir con el tema de la cocina. Vamos a suponer que tu quieres ser un famoso Chef que ayude al pobre en centros de caridad, pero como vemos, no sabes aún ni freír un huevo. Mientras Dios te manda aprender primero como hacer tortillas francesas ¿qué hace Dios? ¿Te mira mientras trabajas? ¿Aprovecha para pensar en su siguiente paso mientras tú aprendes? ¿Se va y te deja para que aprendas? Vamos por pasos:

1- Está a tu lado todo el tiempo instruyéndote. ¿Te imaginas que mientras haces la tortilla, a causa de tu impaciencia por correr más, se te cae la sartén y te quemas en la mano? No estás solo. Te coge la mano  y no te riñe por tu impaciencia. Te coloca un ungüento en la herida y no te reprocha el haber corrido. Te venda la mano mientras te mira con un amor que te derrite el corazón, en vez de echarte miradas reprochadoras. Y te anima a volver a empezar, en vez de tirarte alguna indirecta. Puro amor y la paciencia personificada en la persona de Jesús. Te enviará a hacer tortillas francesas para otras personas necesitadas, no quizás al grupo al que tú querías para cuando fueras ese Chef, pero todo esto te irá preparando para lo siguiente. Si no le puedes servir en lo poco ¿cómo lo harás frente a un grupo más grande y exigente?

2- Está preparando el camino siguiente que debes de andar cuando aprendas a hacer la tortilla francesa. Para cuando tu acabes de aprender ese paso, todo estará más que preparado para que pases a la siguiente etapa. Dios no descansa y mientras tú estás ocupado en aprender y perfeccionar tus habilidades, él está de fondo obrando. Lo sientas o no, lo vea o no, te lo diga o no. Él siempre está obrando.    

La espera puede ser un proceso frustrante o puede maravillarte.

Si dejas que tu tendencia a tomar el control de las cosas te domine, ya sabes lo que pasa cuando dos personas quieren conducir el mismo coche. Uno de los dos tiene que soltar el volante. No estamos hablando de que seamos las marionetas de Dios. En su bondad y amor hacia nosotros, él nos dio libre albedrío. Dios no nos obliga, ni coacciona, ni engaña, ni manipula para que accedamos a sus peticiones. No, eso lo hacemos nosotros a nosotros mismos y en nuestra poca inteligencia, también lo intentamos con él. El caminar con Dios es como llevar el coche y Dios es tu GPS. Tu tomas las decisiones finales y de ti depende seguir las directrices del programa.  Si para ir a Madrid, no sabes ir y no haces caso del GPS, puedes no llegar nunca o llegar después de muchos problemas y tiempo perdido en el camino. Si le haces caso a medias, solo cuando te interesa, tendrás más de lo anterior. Si haces caso de la máquina, llegarás entonces a tu destino. Pero tú tienes la última palabra.


La espera puede ser un tiempo edificante y maravilloso cuando permites que Dios te llene de su paz al saber que él, tiene el control de todo cuanto suceda. Tú solo tienes que entrar por las puertas que él te abra y todo te saldrá bien. Durante la espera puedes ver como Dios obra a tu alrededor. Cambiando cosas, dándote otras, quitándote porque sabe que te acabarán estorbando para realizar tus sueños en él. Solo has de saber cuál es tu lugar. Tú eres su hijo y él es tu Padre. ¿Qué hacen los niños con sus padres? Tienen fe ciega en que su papá le ayudará con su problema y el niño en la noche duerme tranquilamente. Su fe en su papá le da descanso. Así debemos de ser nosotros. En la espera mientras nuestro Papá hace y deshace en nuestra vida para darnos lo que necesitamos, solo hemos de confiar y descansar.

Por lo tanto ¿qué es eso de la espera "en él"?

Es dejar tu deseo y preocupación en las manos de un Profesional. De alguien más capacitado que tú para resolver tu problema. Es reconocer que tú no sabes cuándo será el mejor tiempo para mover ficha. Que somos finitos y limitados y que él siempre sabrá, por encima, cuando es mejor para ti actuar.


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