
Ha llegado la hora, ya no hay marcha atrás.
Fueron años felices, llenos de muchos recuerdos, sonrisas, lágrimas, abrazos y caricias. Fue un hogar lleno de amor. Muchísimo. Pero vino el lobo feroz y sopló y sopló y la casa me derribó, ahora toca buscar un nuevo hogar.
Me marchó, dejando así el seno familiar que por tanto años he anidado. Ahora mi esposo es mi familia y debo estar con él. Dejo mi antigua casa, mi pueblo, la provincia y recorreré cuatro horas de camino en auto para llegar a mi nuevo destino.
Tengo que decir muchas cosas, pero todas ellas no son descriptibles y faltan las palabras para expresar la extrañeza del asunto y la manera en que la tortilla se ha dado la vuelta cuando no me he querido percatar y ahora sufro las consecuencias.
He pensado todo lo rápido que he podido, asimilando todo lo que se me avecinaba y creo estar haciéndolo lo mejor posible o no estaría ya en camino de una nueva era para mí. Nueva ciudad, nueva casa, nuevas amistades, ¿nuevo trabajo? Nuevas sensaciones y sentimientos a experimentar con la lejanía de mis padres y hermanos. Ahora toca ser fuertes, más que antes de todo lo vivido, ahora toca mirar hacia delante, porque temo que si me queda demasiado tiempo con la cabeza vuelta, aferrándome a lo que quiero y no ver lo que ahora poseo, pueda convertirme en estatua de sal para siempre.
Puede que todo sea nuevo, puede que al principio no esté todo lo gozosa que yo soy. Puede que en algún momento necesite llorar, pero siempre tendré el apoyo de mi esposo y su comprensión bien vivida de que cuatro años él estuvo sin poder disfrutar como debiera del bien estar de su familia. Sea como sea, sobreviviré, porque no estoy sola, porque los comienzos no son siempre prometedores, pero me estaré labrando un buen futuro, no porque lo haya escogido, sino porque el que lo escogió por mí, sabe que es lo mejor para mí.
Todo esto es nuevo para mí. Me gustaría que las cosas fueran un poco más lentas, porque ahora que las prisas me atan y me empujan es cuando yo quisiera ver las cosas con más detenimiento para poder así, grabarlas en mi memoria y no olvidarme de ellas. Cuatro días. Solo cuatro días me quedan y los nervios ya me están golpeando mientras sueño y no me dejan descansar, pero... todo va a salir bien.

No tendré internet, mucho me temo que mi tiempo escaseará. No sé cuando podré volver a retomar este BLOG, no lo dejo, ni me despido. Es solo un... HASTA LUEGO