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11 feb 2017

Seis cosas que me ponen violenta

Porque sí. Porque soy una persona muy positiva, hasta rozar la cólera de mi marido. Porque me encanta reír y hacer felices a los demás. Porque me gusta ir por la calle tarareando para mis adentros la canción que ese día me llama la atención y porque soy de lo más pacífica, hasta decirme Santurrona. ¡Por qué entonces el mundo me provoca para que saque la bestia dormida que habita en mí!


Para todos los que quieren vivir en un mundo de paz, pero que el gentío solo desea provocarles haciéndoles arrugar la cara en un terrible gesto de desaprobación, hasta casi escupir en el suelo o lanzar un par de bofetadas. Ahí van seis situaciones que me sacan de mis casillas y hacen que mi marido me lance miradas moribundas y de extrañez.

1-) En un día donde el tiempo va contra reloj, tengo prisas por hacer todo lo que tengo pendiente en mi lista de tareas y solo deseo llegar a casa con prontitud y tirarme a la bartola. ¡Ahí! Es ahí donde el mundo se pone contra mí y siento una frustración elevada a la máxima exponencial, cuando los idiotas de turno que caminan delante de mí, creyendo que son los dueños de la calle ¡se detienen sin previo aviso y consiguen que yo frene en seco para no devorarlos y quitarlos de en medio! Claro está que es una acusación inválida, ya que ellos no saben que yo voy con prisas ¡Pero como me fastidia!

2-) Los señores ancianos, sí, los que se creen que por ser arrugados, andar despacio y mirarte por encima de sus gafas, casi siempre sucias, tienen todos los derechos reservados a caminar por el centro de las aceras, a ocupar todos los bancos de los parques en sombra, a hacerte levantar de la silla en la sala de espera del médico o en el autobús porque de un momento a otro se les va a salir la cadera de su sitio. ¡Señores ancianos! El mundo sigue sin girar a vuestro alrededor y a mí me crispa los nervios tener que ir subiendo y bajando las aceras en calles estrechas donde los coches en los pueblos pasan a gran velocidad como si estuvieran todavía en la autovía, habiendo cabida para dos personas si tan solo se ladearan.

3-) Las puertas, los muebles, los marcos de las puertas, las esquinas de las camas. Todo parece ponerse en mitad de tu camino cuando vas por casa casi en volandas por el mismo aire que te arrastra de un lado para otro con frenesí. Golpe en el brazo con la manivela de la puerta, raspón en la espinilla con la esquina metálica de la cama, fisura en los huesecillos de la mano al girar una esquina y comerte el tabique por no haber abierto más la curva al pasar. Tropezarte con la silla que alguien dejó por el medio y dejarte los dientes en el suelo. Creo que las casas deberían ser circulares y con todos los muebles, cuadros y habitaciones tapiadas por paredes que, al presionar cierto botoncillo, estas se levantasen y entonces apareciesen. Ya lo dicen las estadísticas, hay más accidentes por labores domésticas que en los andamios de las construcciones.
4-) ¿Por qué han de existir los llamados Tontos de turno? ¡Por qué! Que felicidad es para mí salir en las noches de verano, al fresquito de la luna (en los países donde a las 21:30 de la noche no hace todavía 40ºC) Pasear cogida de la mano con la persona que amas, sentarse en un parque donde puedo asentar mi cabeza en su musculoso hombro. Escuchar los últimos trinos de los pájaros que revolotean de un árbol a otro ¡Y Placa! Ahí es donde entra en juego ¿Quién? Pues el tonto del que os hablo. El hombre (en mi caso) que se dedica a romper mi felicidad del momento dando gritos mientras juega a las cartas con hombres ancianos, mientras les va ganando y soltando improperios, risas y gritos con una voz tan aguda que pareciera que llevase tres tallas menos de calzoncillos. ¡Lo consiguió! Consigue que mi espalda se ponga tiesa en el banco, que mis labios se frunzan, que cierre los ojos y me imagine como me acerco para darle una, dos, tres bofetadas o las que haga falta con tal de que cierre esa bocota de gorila.

5-) Y hablando de sentido común. ¿Vivís en un bajo? ¿A lo sumo en un primero? Personas que van caminando por la calle y se paran para hablar (a gritos) junto a una ventana ¿Habéis pensando alguna vez que a nadie le interesa vuestros problemas o delirios? ¡Que no! ¿Os gustaría que fuera una desconocida a vuestra casa y comenzase a contaros los problemas de su vida o como le ha ido el día? ¡Pues entonces no lo hagáis cuando os paréis junto a una ventana de un bajo! Debo de tener cara de Facebook y todos vienen a mi muro a hablarme como si me importara. ¡Que no! ¡Idos personas indecentes que no me dejais leer a gusto y tener que frenar cada dos por tres para atender a vuestras historias!

6-) Maldoque: Es una invocación griega para reunir tontos en círculos. Me voy a
dormir, si puedo; si no puedo, voy a despotricar contra los primogénitos de Egipto. (Como gustéis: Shakespeare)
Al parecer a mi me encanta hacer Maldoque cada vez que tengo ocasión ¿Por qué sino he de escribir este artículo? A ver, señores y señoras y que viven en un segundo piso para arriba. ¿Qué hacen a las tantas de la madrugada arrastrando muebles como cosacos? Como si el edificio estuviera en llamas, como si estuvierais persiguiendo a un caimán de 5 metros ¡Cómo si no tuvierais otra cosa mejor que hacer! La noche es para dormir, para recuperar las fuerzas del cansado cuerpo del trabajo. Por favor, tened un poco de sentido común y pensad un poco en los demás seres que habitan en el mismo bloque.


Son solo seis de los muchos casos que rondan a mi alrededor. Espero que pronto haya otro artículo y que muchos se puedan sentir identificados conmigo y por supuesto, compartir vuestros casos en la cajita de comentarios

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